Es un gesto sencillo, pero a la vez valioso para forjar buenas relaciones entre deportistas que compiten en la pugna de un objetivo común. ¡Da la mano!; antes de empezar, para desear un buen partido al otro; durante el juego, cuando cometas un error, para disculparte; y al finalizar el encuentro, como gesto de reconocimiento hacia tu oponente.
Se trata de una norma llana, que en primera instancia puede parecer que carece de dificultad en su aplicación, pero sin embargo, recientes investigaciones confirman que en el fútbol base no se ponen en práctica con facilidad, rescatamos algunos de los hallazgos facilitados por la Universidad de Extremadura tras el análisis realizado con treinta equipos de fútbol alevín (chicos de diez a doce años de edad) pertenecientes a la Federación Andaluza de Fútbol durante la temporada 2011-2012: primero, cerca del 60 % de las conductas prodeportivas observadas son impuestas por la normativa al establecer como protocolo de arranque de los encuentros un saludo entre equipos; segundo, cada equipo comete 11,3 faltas por partido y tan solo realiza 1,3 acciones prodeportivas durante el juego, esto supone que existe un vacío de 10 ocasiones por equipo y partido en las que el jugador al cometer un error no se dirige al otro para disculparse; tercera, más de la mitad de los partidos de liga finalizan sin una despedida entre jugadores de equipos opuestos.
Dar la mano nos lleva a la cordialidad, a ser afables y corteses con el otro jugador antes del encuentro, si este gesto se realiza con sinceridad. Facilita la resolución pacífica de conflictos en el juego, si el deportista aprende a disculparse en cada falta, es más, crea un clima positivo en el campo del que no solo se benefician los participantes sino que será valioso para el colegiado y grato para el espectador. Finalmente, al concluir el encuentro, al ganar o perder, dar la mano es el gesto externo de la bondad y caridad del vencedor hacia el vencido y a la vez de humildad y reconocimiento del valor del oponente por parte del perdedor hacia el ganador.
Así lo ha entendido un técnico de la localidad gaditana de Jerez de la Frontera que ejerce su profesión en uno de los barrios más conflictivos de la ciudad. A pesar del entorno hostil, en el que se suceden episodios como: lanzamientos de botellas desde la calle a la cancha durante los entrenamientos, hurtos, o conflictividad entre los practicantes; no ha dudado en implantar desde hace años como norma el apretón de manos antes de comenzar y al finalizar el juego. Este gesto se ha convertido en una rutina y a pesar de las no pocas dificultades sociales a las que debe enfrenarse, los deportistas han aprendido al menos a saludar siempre a su oponente.
Estrechar la mano, una fórmula sencilla de promover el fair play en el deporte.