La motivación, las ganas, el coraje, el empuje por conseguir la victoria, por llegar a la meta, por superar al contrario, son cualidades que deben formar parte del ADN de un deportista. Sin embargo, no es una cualidad que siempre salga a relucir, es más, en ocasiones, la rutina, la pereza, la apatía o incluso la confianza por enfrentarse a un adversario «asequible», pueden ser el motivo de una derrota «anunciada».
Sí, la motivación supera obstáculos, a veces, inimaginables.
Hoy me quiero detener en historias en las que David vence a Goliath, en las que precisamente, gracias al empuje, a las ganas, se vence a un adversario muy superior cuando las apuestas, tan de moda hoy en día, daban por segura la victoria de «Goliath».
Hará unos 5 años se enfrentaron en dieciseisavos de final de la copa del Rey de fútbol, el todopoderoso Real Madrid y el modesto equipo, en segunda B en aquel entonces, del Alcorcón. El Madrid con un presupuesto que podría tener unos cuantas ceros más que el del equipo de la periferia de la capital, con jugadores de renombre y de reconocida calidad frente a jóvenes en la frontera entre lo profesional y lo amateur. Aquél 29 de octubre de 2009 el Alcorcón derrota por 4 goles a 0 al conjunto blanco. La victoria a base de casta, lucha y una dosis excepcional de motivación fue conocida como el Alcorconazo y pasó a la historia como uno de los momentos más especiales de la humilde historia del equipo amarillo.
En Agosto pasado la onubense Carolina Marín, se proclamó campeona del mundo de Badminton. En un deporte dominado por países asiáticos (China, India, Tailandia…) Carolina, contra todo pronóstico, se convirtió en la primera española en conseguir el cetro mundial de este singular de deporte. «Nunca doy un punto por perdido, como Nadal, que es mi ídolo» dice Carolina. En la final ante la actual campeona olímpica y número uno del mundo, la china Li Xuerui, Carolina dio muestras de su garra y entrega y en un partido igualadísimo consiguió una victoria que pocos podían imaginar.
Dick Fosbury, fue un atleta que revolucionó los saltos de altura, hasta entonces se superaba el listón en un movimiento similar a los saltos de valla, pero él propuso una nueva técnica que consistía en dirigirse a toda velocidad hacia el listón e impulsándose con uno de los pies saltar de espalda pasando primero la cabeza y luego los pies por encima del listón. Es lo que se conoce como técnica Fosbury.
Fosbury sufrió burlas e incredulidad por su nuevo estilo, pero él lejos de venirse abajo, siguió adelante. Su coraje y evidentemente sus resultados le hicieron clasificarse para los Juegos Olímpicos de México de 1968. Allí se dio a conocer definitivamente, pues, cuando nadie apostaba por él, el atleta americano se hizo con el oro olímpico saltando 2,24 metros. Hoy en día todos los saltadores de élite utilizan la técnica Fosbury.