La primera vez que vi una fotografía de Lorena en la línea de salida a punto de empezar una ultramaratón, me impresionó. Todas las atletas lucían sus camisetas de fibra, zapatilas de marca con los ya modernos sistemas de amortiguación, mochilas con manguitos de agua para ir bebiendo (una ultramaratón son más de 42km), mallas, calcetines largos que aprietan el músculo para que circule mejor la sangre, en fin, corredoras preparadas para toda una carrera de larga distancia. Pero Lorena llevaba sandalias y un vestido confeccionado por ella misma parecía el elemento intruso en la foto, alguien sin posibilidades en esta difícil carrera. Y sin embargo, ganó.
Lorena Ramírez es mexicana, del estado de Chihuahua, en concreto del poblado Rejogochi. Es un pueblo indígena que se hace llamar Rarámuri que en su lengua significa “pies ligeros” o los “corredores a pie”. Y es que este pueblo indígena está habituado a correr, lo llevan en los genes, prácticamente a diario se recorren 15-20 kilómetros a veces como necesidad, a veces para pasar el tiempo. Lo llevan dentro.
Su pueblo está ubicado en una zona de México llena de montes rocosos y escarpados y cañones (el doble de grandes que el gran cañon del colorado). Esta peculiar orografía les hace tener músculos fuertes en las piernas y especialmente una gran resistencia.
En su libro Nacidos para correr Christopher McDougall dice: “Los tarahumaras (nombre que pusieron los españoles a los rarámuri) no entrenan ni reducen distancias como parte de su preparación. No estiran ni calientan. Tan solo se acercan a la línea de salida riendo y haciendo bromas… y luego corren como alma que lleva el diablo durante las siguientes cuarenta y ocho horas”.
La familia de Lorena es de corredores. Siendo muy jóvenes el padre presentó a varios de sus hijos a diversas carreras de larga distancia. Los buenos resultados les impulsaron a seguir adelante. Hoy en día corren también como medio de vida. Una costumbre que tienen los rarámuri es que comparten con toda la comunidad el premio ganado. En la ultramaratón de Puebla (México), Lorena ganó unos 300 euros que compartió con todos. Es lo que se llama kórima.
«No corro en zapatillas porque me resbalo, no se agarran bien, prefiero mis sandalias» dice Lorena en su pobre español (normalmente habla en su lengua indígena), y es que esta bonita y atípica historia de Lorena me hizo recordó aquella frase: «…en la vida se hace camino al …correr».
Sebas Revuelta