Héroes que unen una nación

Recientemente el ciclista colombiano Egan Bernal se proclamó vencedor de la 106 edición del Tour de Francia. Algo histórico para el país cafetero que es muy aficionado al deporte de las dos ruedas.

Grandes ciclistas colombianos como Herrera o Quintana han conseguido grandes gestas pero nunca ganar «La grande boucle».

El color de la bandera colombiana es amarillo, rojo y azul, siendo el color del sol el de mayor proporción. Rojo y azul recuerdan a los dos grandes partidos políticos del país sudamericano, que ha vivido y vive grandes inestabilidades. El amarillo es el color del Tour, el color del maillot del ganador, ni rojo ni azul, ni derecha ni izquierda, Colombia necesitaba de algo que les uniera, de algo que más allá de las diferencias existentes entre sus ciudadanos les sirviera de nexo de unión, y la gesta de Bernal ha representado todo esto y más, ha sido un canto a la esperanza, un canto a la fe, un canto que marca el camino: juntos es mejor.

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En 1995, Sudafrica organizó el mundial de Rugby. Por aquel entonces, un tal Nelson Mandela se vuelca con la selección sudafricana consciente de que el deporte puede ser el canal de unión de una nación dividida por el odio racial.

Mandela, mejor que nadie, sabía que el odio no es el camino, sufrió un encarcelamiento de más de 27 años en Robben Island, pero con una inteligencia realmente especial elige otro camino, el del perdón y el de volver a empezar juntos.

En una emocionante competición, no exenta de obstáculos, la selección sudafricana, con jugadores negros y blancos en sus filas, consigue unir el país con su victoria final ante la todo poderosa Nueva Zelanda.

Nos remontamos a más de 70 años atrás. India acaba de independizarse de Gran Bretaña. Tras dos ediciones de Juegos Olímpicos suspendidas (1940, 1944) se retoma tan ansiada cita olímpica en Londres 1948.

Es la ocasión idónea para que la selección de Hockey de India pueda traerse el oro como en ediciones anteriores como colonia británica, pero esta vez con la gran diferencia que podría hacerse con bandera propia.

Sin embargo, el sueño parece imposible, pues, tras el logro de la independencia, afloran grandes diferencias internas, especialmente de índole religioso, que acaban mermando al equipo, pues, muchos jugadores desaparecen y otros acaban emigrando a Pakistán.

Tras un esfuerzo titánico de la federación de Hockey, del entrenador y de los jugadores que aprenden a jugar en equipo más allá de sus diferencias, India consigue hacerse con el oro ganando en la final al país anfitrión: Gran Bretaña. El himno indio sonó por primera vez en el cielo londinense.

El deporte nos muestra que, utilizado con inteligencia, puede ser un camino para unir a toda una nación más allá de las diferencias políticas, religiosas, raciales o de cualquier índole.

Sebas Revuelta

 

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