«Se aprende más de una derrota que de cien victorias».
José Rául Capablanca, gran maestro cubano de ajedrez (1888-1942)
Desde siempre me ha gustado ver el deporte como un reflejo de valores para la vida. Así lo intento transmitir desde hace años en las historias que cuento en este blog «La vida es como el deporte».
Por este motivo me dio especial alegría el libro Mettersi in gioco, que se podría traducir por «Juégatela», del papa Francisco. En ese libro el papa hace unas interesantísimas reflexiones sobre el deporte. Una muestra: «Los valores de respeto, coraje, altruismo, equilibrio y dominio de sí mismo que se aprenden en el deporte son una preparación preciosa para un buen éxito en la carrera de la vida».1
En el deporte no siempre se gana; en realidad solo uno de los muchos jugadores o equipos que compiten en un torneo alcanza la victoria. Las probabilidades de ganar son pocas. De ahí la importancia de saber perder, de valorar la derrota, de aprender del fracaso para seguir creciendo en el deporte y en la vida.
Fruto de este aprendizaje emergen una serie de valores, como la humildad, la dignidad, el autocontrol, la honestidad, que ya de por sí son una fuente de aprendizaje de un valor incalculable. Como decía el gran maestro de ajedrez Capablanca, «se aprende más de una derrota que de cien victorias».
A continuación, una serie de experiencias que reflejan algunos de estos valores.
Humildad
A nadie le gusta perder. Dicen que a Messi no le gusta perder ni al parchís, y lo mismo se comentaba del jugador de baloncesto Michael Jordan, pero a veces la derrota llega y hay que saber «digerirla».
Nadal acaba de perder la semifinal de Roland Garros (Junio 2021), su torneo favorito, frente a uno de sus grandes rivales junto a Roger Federer: Novak Djovokic. Una derrota muy dolorosa, pero el tenista mallorquín afirmó: «Hay que estar preparado para la victoria o la derrota, no hay que hacer drama, la vida sigue. El año que viene volveré con la misma ilusión y ganas».
Y es que a un «extraterrestre» como Nadal la derrota lo hace más humano, y seguramente el primer valor que se puede sacar de una derrota es que nos hace más humildes.
Valorar lo conseguido, aunque no se gane
Recientemente ha terminado una dura temporada futbolística, dura por la situación de pandemia, que ha obligado a disputar muchos partidos sin público, sin el calor de la afición y con múltiples restricciones geográficas y de calendario.
El colofón fue la final de la Champions League, final que encumbra al mejor club europeo de la temporada, y seguramente del mundo. Este año (2021) se enfrentaron dos equipos ingleses: el Manchester City y el Chelsea de Londres. Tras un intenso partido, la victoria cayó del lado del club londinense.
El entrenador del Manchester City, el español Pep Guardiola, tuvo un gesto que dio la vuelta al mundo: al recibir la medalla de segundo, la besó, como valorando el esfuerzo realizado: ¡eran subcampeones de Europa! Incluso el papa Francisco, al que le llegó la noticia, le dedicó unas palabras: «Me han contado que estos días “uno” que quedó en 2º lugar besó la medalla. Esto nos enseña que incluso en la derrota puede haber victoria. Cuando un deportista afronta la derrota con esta dignidad, es un honor».
¿Solo nos acordamos del primero?
Enero 2013, cross de Hiru-Herri, en la localidad navarra de Burlada. El atleta keniata Abel Mutai, medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, estaba a punto de ganar la prueba cuando, al entrar en una pista donde estaba la meta, pensó que ya había llegado, aflojó totalmente el paso y, relajado, comenzó a saludar al público creyéndose vencedor. Iván Fernández, atleta vitoriano, se percató del hecho y, aunque estaba en condiciones de adelantarlo y quitarle así la victoria, decidió en apenas una fracción de segundo darle un suave empujón para que el keniata ganase la prueba.
Ocho años después, el gesto de Iván sigue dando vueltas al mundo. Mucha gente lo nombra en artículos y blogs como ejemplo de deportividad.
Hoy en día parece que los aficionados solo tenemos memoria para los que quedan primeros; sin embargo, han pasado ya más de ocho años de este gran gesto y seguimos hablando maravillados de este hecho, pese a que ese día Iván «perdió» la carrera. ¿Por qué será? Porque son acciones que nos vuelven a enamorar del deporte, que hablan de honestidad y coherencia y que engrandecen al deportista.
Enseñar el valor de la derrota
Pedro Delgado es un referente en el ciclismo. Sus éxitos –pero también su cercanía– han hecho que se gane la admiración de muchos fans del mundo de la bicicleta.
En una entrevista reciente comentó: «Hoy en día es más importante enseñar a tus hijos a perder que a ganar».
Y es que creo firmemente que hay que enseñar a nuestros hijos a perder. En ocasiones vemos niños que se enfadan, golpean vallas y lloran tras caer derrotados. «Bueno, son niños», podemos pensar. Pero es en esos momentos cuando creo que padres y entrenadores tenemos un papel fundamental, y es como dice Delgado: tenemos que enseñar a perder.
El exciclista continúa: «El fracaso para mí no existe, son oportunidades todas, y que serán fallidas, pero siempre hay una nueva oportunidad…, sea en el deporte, sea en cualquier cosa, yo creo que la derrota te enseña más que cualquier victoria… De la derrota es de donde vamos a aprender más: a disfrutar con lo que hacemos, a seguir luchando, a ser humildes, a buscar colaboración con otra gente».
En la edición de 1987, Perico Delgado perdió el Tour por tan solo 40 segundos, una de las diferencias más cortas de la historia de la vuelta gala.
En la edición del año siguiente, el ciclista segoviano aprendió, creció, siguió luchando y conquistó el Tour.
El entorno
Del punto anterior se desprende que padres y entrenadores tenemos un papel insustituible.
El futbolista Sergio Ramos acaba de despedirse de su club de toda la vida: el Real Madrid. Sus primeras palabras al despedirse fueron: «…llegué a Madrid de la mano de mis padres, era un chaval». Y es que es fundamental que el deportista pueda tener un entorno favorable en el que ir creciendo de manera madura y responsable. El también futbolista Juan Varela, cuando le preguntamos: «¿Qué consejo das a los chavales que quieren dedicarse al fútbol, para que no pierdan la ilusión por el camino ni se dejen llevar por malas prácticas?», respondió: «Los padres tienen que saber llevarlos por el camino correcto. El deporte es compañerismo, es obedecer las normas, en este caso de un entrenador, y poco a poco ir viendo si se puede llegar a lo profesional».
Si uno no tiene la cabeza bien amueblada y un entorno que lo guíe, entonces puede ser perjudicial. Eres un chaval joven, 18-20 años, no te falta dinero, etc. Mi consejo es que los padres los guíen, con tranquilidad, que se dediquen a los estudios, que tal vez es lo más importante, que lo de ser jugador profesional no todo el mundo llega, pero con trabajo y humildad se puede conseguir.
1 Discurso a la Federación Internacional de Patinaje, 13-6-2019.3
Sebas Revuelta